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EL ACORDEÓN

El acordeón es un instrumento musical de viento, de origen alemán, conformado por un fuelle, un diapasón y dos cajas armónicas de madera.

En sus dos extremos el fuelle está cerrado por las cajas de madera. La parte de la mano derecha del acordeón tiene además un “diapasón” con un arreglo de teclas que pueden ser como las de un piano (Acordeón a piano) o teclas redondas (también llamadas botones) (Acordeón cromático) dependiendo del tipo de acordeón; la parte de la mano izquierda tiene botones en ambos tipos de acordeón para tocar los bajos y acordes de acompañamiento, también accionando una palanca se cambia el sistema de bajos, pasando al sistema BASSETI que coloca las 4 primeras filas desde afuera con notas cromáticas y por octavas, mientras que las dos ultimas se dejan como bajos y contrabajos sin octavas.

Es muy popular en el País Vasco, Navarra, Asturias, Cantabria y el norte de Castilla (España), París (Francia), Europa Central (Alemania, Austria), Colombia, Panamá, norte de México, Noreste de Argentina, República Dominicana, Perú y Chile por su vinculación con el folklore. Para el instrumento semejante utilizado en Argentina y Uruguay véase: Bandoneón.

Este instrumento puede parecer de cuerda percutida al ver las teclas como las de un piano, pero aun así el acordeón es de viento mecánico, ya que no funciona a través del soplo humano, sino a través de un mecanismo.

LA HISTORIA DEL ACORDEÓN

La historia del acordeón es corta pero rápida e intensa, de tal suerte que quien registró el invento como acordión en 1829, el austríaco Marck Muñichz, debió abandonar sus derechos sobre el invento en 1835, debido a los notables avances a los que había sido sometido. Parece que el origen europeo de los instrumentos de lengüeta libre está en los órganos soplados orientales, que se habían extendido por Rusia en el siglo XVIII, aunque no como instrumento popular.

El invento se atribuye al emperador chino Nyu-Kwa, 3000 años antes de Cristo (el Sheng), aunque la sustitución de lengüetas de caña por metálicas es algo posterior. Basándose en la lengüeta simple, numerosos inventores elaboraron diferentes elementos. Desde el parisino Pinsonnat, que inventó el typófono, que daba una sola nota fija, hasta Eschembach, que unió varias.

En 1810 aparecen diferentes órganos soplados occidentales, y Buschman, en Berlín, fabrica en 1821 la mundarmónika, de la que deriva la conocida armónica, colocando una serie de lengüetas en fila cada una de las cuales produce una nota distinta.

Su hijo, al incorporar un pequeño fuelle, crea la andaolina. Pero fue Cyrill quien se hizo con la patente, construyendo un instrumento dotado de un fuelle y cinco botones, cada uno de los cuales, al ser pulsado, producía dos acordes, uno al abrir y otro diferente al cerrar el fuelle. Estos diez acordes bastaban para acompañar numerosas canciones, siendo muy sencillo su uso y aprendizaje en la música popular, sobre todo cuando en 1831 Isoard Mathieu reemplaza los acordes de cada botón por dos notas individuales que se producían una al abrir y otra al cerrar el fuelle, es así dotado de dos escalas diatónicas, lo que da lugar al Acordeón diatónico.

En 1834 Foulón añade las alteraciones, creando el primer acordeón cromático. La evolución del instrumento continúa y en 1854 Malhaús Bauer sustituye los botones por teclas, creando el “acordeón a piano”, al que denominaban el “piano del pobre”.

En torno a 1880 se le añade un segundo teclado, en la parte derecha, compuesto por cuatro botones que permitían dar dos acordes cada uno como acompañamiento a la melodía. Así se constituye el acordeón diatónico, que ha llegado hasta hoy en la tradición musical de casi todos los pueblos.

Existen nuevas modificaciones técnicas, como poner dos lengüetas iguales en cada nota, de forma que dé la misma nota al abrir y al cerrar el fuelle, ponen la base de los modernos acordeones de concierto.

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